-head-content'/> La palabra más mía : octubre 2025

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lunes, 27 de octubre de 2025

𝐌𝐚𝐧𝐢𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐬𝐟𝐮𝐞𝐫𝐳𝐨𝐬 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐢𝐧𝐮́𝐭𝐢𝐥𝐞𝐬

 

Que sigan los esfuerzos

felizmente inútiles;
los tuyos, los míos,
los de quienes empujan piedras
que nunca coronan la montaña
pero arden en sentido.

Guardemos un museo secreto
en los márgenes de la ciudad;
allí donde los gatos vigilan sin juicio
y la luz parpadea en los pasillos,
clasificaremos sueños que se resistieron
a convertirse en éxito.

Llenemos vitrinas con intentos:
el funambulista que se queda en el aire,
la amante que perdona demasiado,
el héroe que grita solo en su salón vacío,
el poeta que escribe sin público,
la niña que dibuja un sol dentro del cajón.

No hay fracaso
cuando la voluntad persiste.
No hay cima
si el camino ya es una forma de altura.

Que nadie nos pida cuentas
ni estadísticas
ni resultados.

Que sigan los esfuerzos
felizmente inútiles,
la palabra lanzada al abismo
sin testigos
que tal vez toque tierra
cuando ya no estemos.

Porque escribir
es arrojar una botella
a un mar que no promete orillas.

Raquel Fraga
Todos los derechos reservados



martes, 21 de octubre de 2025

Donde todo vuelve

 


Si el tiempo me concediera un regreso,
no pediría otra vida,
solo el instante en que tu mirada
me reconoció sin buscarme.

Volvería a cruzar ese umbral,
al lugar donde el silencio
pronunció nuestros nombres.

Hay presencias que no terminan,
solo se esconden detrás del aire.

Caminaría de nuevo entre las horas grises,
esperando el temblor de tu voz
como quien aguarda la lluvia.

Y si el mundo se desordena,
si la memoria decide olvidarte,
seguiré mirando hacia donde todo vuelve:
esa línea invisible
que une tus manos y mi destino.

Porque algunos amores
no entienden de principio ni de fin;
solo respiran en lo eterno,
tan certeros como la luz
que aún tiembla
después del relámpago.

alma, luz, amor clandestino, hilo rojo





martes, 14 de octubre de 2025

Amor real

 

Después del fuego
me quedé con las manos vacías
y una verdad pequeña entre los dedos:
amar fue arder sin testigos,
pero también sobrevivir a las cenizas.

Y entonces —sin ruido— llegaste.
Traías el temblor de la luz en tus hechos,
la certeza del agua después del incendio.
No venías a salvarme,
sino a quedarte.

Desde ti aprendí la forma secreta del reposo,
el lenguaje que no miente,
la quietud donde todo es ofrenda.
Tu amor —tan verdadero—
fue la respiración del mundo que apagó el dolor.

 

manos corazon amor