A pesar de hacer cosas importantes
nadie hablará de mí mañana
solo seré una escritora
alguien que amaba la poesía
A pesar de hacer cosas importantes
nadie hablará de mí mañana
solo seré una escritora
alguien que amaba la poesía
Tenías tanto para darme
que no supiste como afrontar las carencias.
Faltó la sinceridad de tu abatimiento
columpiándose en tu mente,
porque considerabas el sufrimiento
solo tuyo.
Un regalo que no quisiste compartir.
Hace T I E M P O que te escucho,
aunque no hables, te sé.
“Solo puedo contigo”. Sí, te oí.
tu voz se escapó del silencio.
El miedo se apoderó de tu libertad,
querer hablar y no decir.
Habríamos afrontado la vida juntos.
No me dejaste
quería tenderte el alma
no me dejaste
me quedé a solas arañando la superficie
no me dejaste.
A M O R
Siempre
seremos la pareja perfecta
A M O R
Casi casi lo logramos
aunque haya sido a latidos, a caricias, a desvelos…
El Estructuralismo Norteamericano tiene dos maneras de considerar el concepto de estructura.
En mis andanzas por la poesía, hace unos cuantos años me topé con un sitio muy interesante donde hacen multitud de cursos diferentes con respecto a la escritura. Me decidí a hacer un par de cursos con ellos y la experiencia fue magnifica. Uno de esos cursos me lo dio Diana P. Morales y el otro, Victor Briones. Si os apetece escribir y no sabéis como empezar, sí queréis perfeccionaros en la escritura...
Os lo recomiendo porque os garantizo que vais a quedar muy satisfechos.
Aquí os dejo el enlace a su blog y este articulo que me pareció muy interesante:
La importancia de condensar, y de elegir las palabras precisas para nuestras historias es algo de lo que hablo ampliamente en este artículo (en su segunda parte): la escritura cuidada exige ser minucioso eligiendo las palabras. Una prosa cuidada es la que tiene conciencia del efecto que produce cada palabra en el lector y que intenta que el texto sea lo mejor posible.
No tiene la misma fuerza la famosa frase de «La princesa prometida», «Me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre, prepárate a morir«, que algo como esto:
«Hola, mi padre era Ernesto Montoya, ese herrero al que mataste hace doce años. Llevo buscándote desde entonces y entrenándome para que pagues por lo que hiciste. Así que ha llegado el momento de que saques la espada, ¡voy a matarte, asesino!«
La información es la misma; el impacto, no. Esa es la magia de la escritura cuidada y condensada.
Seleccionar, eliminar y dejar sólo las palabras precisas y necesarias es un proceso por el que nuestra escritura va a mejorar muchísimo. Y ahí podemos aprender de la poesía.
El poema es uno de los géneros más breves que existen (conjuntamente con el microrrelato, el más breve) y, por su propia idiosincrasia, cuanto más breve, mejor. Un poema exige la elección de la palabra exacta de forma milimétrica, y la eliminación de todas aquellas que no aportan información, que no añaden emoción. Es como néctar de literatura: exprimido lo superfluo, solo queda aquello lleno de jugoso significado.
Dejo tres ejemplos de tres poetas muy diferentes: no sólo porque condensan muy bien (todo gran poeta sabe hacerlo) sino también para que sirvan como ejemplos de poetas que podrían gustarte. Puedes buscar sus obras y leerlas -y releerlas- subrayando, saboreando y aprendiendo de ellas.
Este Premio Cervantes (aún con vida) ha escrito algunos de los más hermosos poemas de los últimos 60 años. Entre sus temas, el amor, la pérdida, la fugacidad de la vida y los recuerdos. Es un poeta de versos nada complejos -en sus formas- pero enorme profundidad. Os dejo un precioso poema de amor, leedlo con calma y disfrutad de su sabia elección de palabras. Incluso la expresión repetida tiene un porqué.
Existían tus manos
Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.
Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.
Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.
Si hay alguna figura retórica de la que la poesía no puede prescindir es el ritmo: está en su propia esencia.
En «Memorias de África», su autora, Karen Blixen (Isak Dinesen), nos cuenta cómo los niños africanos le pedían que siguiera leyendo poemas, aunque no entendían una palabra: «Sigue«, le decían, «sigue hablando como la lluvia«. Esa es la magia del ritmo. Por cierto, el libro de Blixen es también una maravilla de prosa poética que recomiendo sin reservas.
Y es así: la poesía, y la buena prosa, tienen ritmo. Una musicalidad creada por palabras, sílabas y pausas que va dejando huella en el corazón del lector. Es como el latido palpitante y cálido de la literatura. Es de esos recursos que apenas se notan… pero que cuando están ausentes se echan terriblemente en falta.
Hay estudios larguísimos, por ejemplo, sobre el ritmo de las primeras frases de la novela «Moby Dick», de Herman Melville; esa que comienza: «Llamadme Ismael». (Vaya primera frase: precioso ejemplo de ritmo y prosa cuidada). El ritmo es el que hace puede hacer que un escrito parezca, de repente, profesional y redondo… frente a otro que no lo ha cuidado. E insisto, también en relato y novela.
Todos los buenos poemas tienen ritmo del que podemos aprender, por supuesto, pero dejo tres que os sirvan como ejemplo y, también, para seguir conociendo nuevos poetas. Como ves, estoy evitando los muy conocidos clásicos -Lorca, Machado, Neruda, etc…- para mostrar algunas voces menos conocidas (en los mundillos ajenos a la poesía, claro está).
Casi más conocido por su faceta como flamencólogo, fue, sin embargo, un poeta que ganó el Premio Nacional de Poesía en el 78. Sus poemas giran, sobre todo, en torno al amor, a la pasión y a la lucha social. Con un lenguaje casi descarnado -que suele incluir hasta palabras malsonantes- llama la atención poderosamente su ritmo, que atrapa y no te deja escapar.
Elogio de lo irreparable
Sé involuntaria. Sé febril. Olvida
sobre la cama hasta tu propio idioma.
No pidas. No preguntes. Arrebata y exige.
Sé una perra. Sé una alimaña.
Resuella busca abrasa brama gime.
Atérrate, mete la mano en el abismo.
Remueve tu deseo como una herida fresca.
Piensa o musita o grita «¡Venganza!»
Sé una perdida, mi amor, una perdida.
En el amor no existe
lo verdadero sin lo irreparable.
Recién ahora se está empezando a dar a esta poeta (ella prefería este término neutro al de «poetisa», usado antiguamente para ridiculizar a las escritoras) su merecido sitio en nuestras letras. Además de toda su obra infantil -no solo cuentos y poemas, sino hasta episodios de TV de «La cometa blanca» o «Un globo, dos globos, tres globos»-, escribió más de 20 obras para adultos. Entre ellas, muchos poemas como este (atención al ritmo):
Cuando te nombran
Cuando te nombran,
me roban un poquito de tu nombre;
parece mentira,
que media docena de letras digan tanto.
Mi locura sería deshacer las murallas con tu nombre;
iría pintando todas las paredes,
no quedaría un pozo
sin que yo asomara
para decir tu nombre,
ni montaña de piedra
donde yo no gritara
enseñándole al eco
tus seis letras distintas.
Mi locura sería,
enseñar a las aves a cantarlo,
enseñar a los peces a beberlo,
enseñar a los hombres que no hay nada,
como volverse loco y repetir tu nombre.
Mi locura sería olvidarme de todo,
de las 22 letras restantes, de los números,
de los libros leídos, de los versos creados.
Saludar con tu nombre.
Pedir pan con tu nombre.
– siempre dice lo mismo- dirían a mi paso, y yo,
tan orgullosa, tan feliz, tan campante.
Y me iré al otro mundo con tu nombre en la boca,
a todas las preguntas responderé tu nombre
– los jueces y los santos no van a entender nada-
Dios me condenaría a decirlo sin parar para siempre.
La guerra civil nos robó tempranamente a este gran poeta, que podría haber dado muchísimas más maravillosas obras. Entre lo que escribió, muchos temas sociales y poemas que giran alrededor de la guerra, la pérdida y la melancolía por los seres queridos a los que no puede ver. Muy conocido es su poema «Para la libertad», al que Serrat puso música (Para la libertad sangro, lucho, pervivo. / Para la libertad, mis ojos y mis manos, / como un árbol carnal, generoso y cautivo, / doy a los cirujanos) , pero este poema de amor a su mujer, cargado de sensualidad, es también precioso:
Canción del soldado (extracto)
Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hasta mí dando saltos
de cierva concebida.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
A principios del siglo XX, un grupo de lingüistas, los formalistas rusos, decidió intentar dar respuesta a una pregunta loca: ¿Por qué algunas obras literarias son arte y otras no? ¿Qué diferencia una obra artística de calidad de otra? Su respuesta fue el elemento sorpresa. La teoría de la desautomatización del lenguaje dice que lo más importante es que busquemos una forma distinta de decir algo (incluso de decir lo mismo). Al leerlo de otra forma, las palabras cobran fuerza.
Esto puede verse, sobre todo, en poesía -pero puede ser también válido para la prosa. Así, ¿por qué la poesía comenzó teniendo rima? Porque, al principio, hace siglos, sorprendía. Nos hacía ver las palabras de una forma nueva, fijarnos más en ellas al ver cómo rimaban unas con otras.
¿Por qué cada vez lo poemas riman menos? Porque, tras siglos y siglos de rima… ha dejado de sorprender. Se dice entre poetas que el primero que dijo «tus dientes son como perlas y tus labios como rubíes» fue un genio, y el último, un tonto. En literatura siempre tenemos que estar atentos a buscar nuestra propia forma de expresarnos (y nuestro punto de vista, nuestro enfoque, nuestro estilo… pero esa es otra historia y ya hablaremos de ella en otra ocasión).
Aquí la poesía tiene mucho que enseñarnos, ya que, en esencia, siempre debe ser una expresión de lenguaje sorprendente. Si yo digo «aire frío«, no sorprende (y no dice mucho. Así, en solitario, al menos). Pero si digo «aire crujiente», «aire espeso», «aire de cascabeles y amapolas»… ya estoy combinando elementos inesperados y haciendo que, cada uno, se crezca junto al otro, vibre o cobre vida. Como mínimo, el lector se va a fijar más.
Dejo aquí tres ejemplos de poemas con lenguaje que sorprende:
Otra poeta, argentina, a la que perdimos muy tempranamente; en este caso, víctima de la depresión. Sin embargo, dejó una fructífera carrera regada de poemas hermosos e impresionantes. Exploran el lado oscuro de todo ser humano, los miedos y nuestra lucha eterna contra ellos, con un lenguaje rico e impactante.
El despertar (extracto)
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.
Otro Premio Nobel de Literatura, este poeta mexicano vira más hacia la luz en sus poemas, generalmente dedicados al amor, a la pareja. Su pieza poética más famosa es «Piedra al sol». Suele cantar a lo pródigo de la naturaleza y el ser humano, preñado de vida y de todo lo hermoso que contiene.
Noche de verano
Pulsas, palpas el cuerpo de la noche,
verano que te bañas en los ríos,
soplo en el que se ahogan las estrellas,
aliento de una boca,
de unos labios de tierra.
Tierra de labios, boca
donde un infierno agónico jadea,
labios en donde el cielo llueve
y el agua canta y nacen paraísos.
Se incendia el árbol de la noche
y sus astillas son estrellas,
son pupilas, son pájaros.
Fluyen ríos sonámbulos.
Lenguas de sal incandescente
contra una playa oscura.
Todo respira, vive, fluye:
la luz en su temblor,
el ojo en el espacio,
el corazón en su latido,
la noche en su infinito.
Un nacimiento oscuro, sin orillas,
nace en la noche de verano,
en tu pupila nace todo el cielo.
Este poeta chileno nacido a finales del siglo XIX fue una de las figuras más importantes de las Vanguardias, fundando el movimiento creacionista. Su poema más importante es el libro «Altazor», en siete cantos, que trata… ¡uf! Yo diría que, al ser un libro entero, toca todos los temas, pero muy en concreto la belleza de la vida y la inevitabilidad de la muerte (que acaso sean la misma cosa).
Dejo un extracto del Canto II de Altazor (de los más conocidos), y un extra, su poema «Arte poética» en el que da consejos a los poetas -y que vienen bien para cualquier persona que escribe.
Altazor
Canto II (Comienzo)
Mujer, el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma.
Al irte dejas una estrella en tu sitio.
Dejas caer tus luces como el barco que pasa
Mientras te sigue mi canto embrujado
Como una serpiente fiel y melancólica,
Y tú vuelves la cabeza detrás de algún astro.
Arte poética
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae, algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema.
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios."
Después de tantas horas en la habitación
los libros ya se leen solos
y llego a preguntarme
qué vendrá después,
cuando este cuarto ya sea aburrido
y la estancia se amplíe con voces
que me susurren
escapa,
nada contra corriente hacia las calles.
Y de un lado estará mi cabeza
deambulando por su inquietud,
del otro estarán los parques
donde tú caminas pisándome la respiración.
Quizá consigas ver mis versos de urgencia
colgando de un tilo
pero ¿es necesario que te ausentes para leerme?
Este año decidí marcarme un nuevo reto y ha sido estudiar
una carrera, que hace muchos años quise realizar, pero por diversos motivos me
era imposible. Esas barreras hoy ya no están y aquí estoy haciendo Filología hispánica
o Lengua y literatura española, como prefiráis llamarla.
Está siendo una experiencia única y maravillosa. Ser
universitaria a mis años es una sensación especial, por eso animo a todas las
personas que sienten que quisieran volver a estudiar y no se atreven. En mi
clase hay gente mayor que yo y es genial ver como están ahí, “viviendo”.
Amigos nunca es tarde para absolutamente nada. Doy fe.
Todo este rollo que os he contado es solo para deciros que
subiré cosas que me parezcan interesantes dentro de todas las materias que
estoy dando y, aunque apenas tengo tiempo de nada, haré un esfuerzo por subir
aquello que me genere un especial interés y que crea os sirva a vosotros, los
que estáis en frente de la pantalla y me leéis.
Os voy a dejar un poema para que penséis sobre él.
“Fruta del día Tienes
que vivir vidas.
No la tuya, no sólo la acordada,
también las aledañas, las pospuestas,
las previas, las futuras.
Las quiero todas ya, recolectadas,
a punto de morder, de
entrar en boca,
de ablandarse en la lengua.
En esa cesta hay uvas esenciales,
cerezas infantiles,
húmedas fresas
que prometen bosques,
ese sabor a verde
ciruela del verano
y una pulpa dorada,
inmasticable.
Cómete ya tu propio
cerebro fatigado:
es la fruta del día.”
Aurora Luque, La siesta de Epicuro, 2008