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sábado, 29 de marzo de 2025

Kit de Supervivencia para el Absurdo

 Me vendieron un kit para sobrevivir el absurdo,                                                                                                                                                venía con un silbato que solo funciona bajo el agua                                                                                                                                                  y un mapa donde el norte cambia según el humor del portador.

Incluía un espejo que miente con ternura,
y una brújula que apunta siempre al corazón del enemigo.

La caja decía:
“Contiene un martes de repuesto y dos palabras sin dueño.”

Había instrucciones en un idioma que inventé al leerlas,
y un par de calcetines que citaban a Pessoa en voz baja.

Me dijeron:
—No lo uses todo de golpe,
el absurdo necesita digestión lenta
como el amor,
como los trenes que nunca salen del andén.

Y yo, obediente,
me guardé la llave que no abre nada
y el cuchillo sin filo para cortar el miedo.

El kit traía también una tarjeta de afiliación
a la Sociedad de Ciudadanos Invisibles,
un folleto con consejos para parecer normal
y una pastilla para olvidar que todo esto es una pastilla.

Traía, por supuesto,
una gorra con el logotipo de una mentira popular
y un cargador universal para opiniones prefabricadas.

Ahora camino por las calles con mi kit absurdo,
soñando que estoy despierto,
preguntando la hora a los semáforos,
poniéndome la mascarilla para no pensar.

Las pantallas me aplauden,
los algoritmos me dan los buenos días
y la idiotez colectiva me abraza como si fuera familia.

Sobrevivo, sí,
pero con estilo.
Aunque sospecho que el estilo
también venía envasado
con fecha de caducidad.

 

kit de supervivencia para el absurdo

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