“Estoy aquí, mi amor, estoy aquí
velando tus naufragios en las noches
en que nadie responde, en las heladas
madrugadas vacías, en las tardes
de desesperación y de locura.
Pon en duda si quieres, que la Tierra
gire en el desdoblado precipicio
del espacio infinito alrededor
del sol, o que los astros sean fuego,
o que el amargo río de la vida
desemboque en la muerte. Pero nunca
dudes de que, en la fiebre del fracaso
o en la sed de la angustia, en el abismo
de la ansiedad y del desasosiego,
estoy aquí, amor mío, estoy aquí
Aunque tú no me veas ni me oigas”.
luis Alberto de Cuenca
Un hombre habla a una mujer de su fidelidad eterna.
Un poema muy serio, con una enorme solemnidad y emotividad, a pesar de que Cuenca maneja muy bien el tono festivo, se sumerge en este campo solemne. El poema se sitúa en la noche, observamos una serie de encabalgamientos y similicadencias. La fuerza del amor se compara con la fuerza de los astros, algo antiquísimo.El último verso sella el poema de una forma magistral.
"El amor que es verdadero, que no se comparte, del que nadie sabe, ese es el amor más valioso del mundo".
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