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lunes, 16 de enero de 2023

Amor constante, más allá de la muerte


 Cerrar podrá mis ojos la postrera

 sombra que me llevare el blanco día,

 y podrá desatar esta alma mía 

hora a su afán ansioso lisonjera; 


mas no, de esotra parte, en la ribera, 

dejará la memoria, en donde ardía:

 nadar sabe mi llama la agua fría,

 y perder el respeto a ley severa. 


Alma a quien todo un dios prisión ha sido,

 venas que humor a tanto fuego han dado,

 medulas que han gloriosamente ardido,


 su cuerpo dejará, no su cuidado; 

serán ceniza, mas tendrá sentido;

 polvo serán, mas polvo enamorado.


 [Quevedo, Francisco de: Obra poética, tomo I, ed. de José Manuel Blecua Teijeiro. Madrid, Castalia, 1969-1971, pág. 657.]

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