La escritura poética activa procesos primarios que van mas allá del uso corriente del lenguaje, haciende emerger zonas de sombra de la psique que ni siquiera un dialogo terapéutico normal logra sacar a la luz. Hace aproximadamente diez años que en Estados Unidos Leedy y Lerner pusieron a punto un método, la Terapia de la Poesía (Poetry Therapy), que utiliza el lenguaje poético como instrumento para la curación.
¿Por que según estos principios la poesía es terapéutica?
En primer lugar, porque permite decir sin decir: el lenguaje poético es por su naturaleza, como afirmaba la poetisa americana Emily Dickinson, "oblicuo"; en él la "verdad" aparece enunciada de un modo elusivo que rehuye la garra del pensamiento racional y esquiva las insidias conceptuales. La palabra poética se emancipa de la univocidad del significado, es una superficie brillante bajo la cual se mueve una masa de mensajes ambivalentes y arcanos que, si los analizamos, pueden revelar la existencia de estructuras profundas. Por otra parte, basada sobre todo en el ritmo y en el sonido de las palabras, la poesía restituye sensualidad y tactilidad al lenguaje, las palabras comienzan a vivir por si mismas, como pulsiones sonoras, y llegan a formar un universo de signos en continua expansión. Al leer un texto poético —afirman Leedy y Lerner— se puede descubrir el ritmo biológico de quien lo ha escrito, medir su "respiración total".
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