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sábado, 26 de abril de 2025
lunes, 21 de abril de 2025
Como si no hubieras dejado de estar
A veces me pasa…
que te pienso sin querer.
Como cuando uno busca las llaves
y encuentra una carta vieja,
doblada en cuatro,
con el corazón aún tibio.
No te llamo.
No haría falta.
Porque hay días en los que te sientas conmigo,
en silencio,
como si nunca nos hubiéramos separado,
y los años no fueran más
que un truco del reloj.
Recuerdo tus ojos,
no por cómo miraban,
si no por cómo me hacían sentir mirada.
Y eso,
eso no se olvida.
No es nostalgia,
es otra cosa.
Es esa certeza suave
de que el amor, cuando fue verdad,
se queda.
Como el olor del mar
en la ropa después de volver a casa.
Yo no sé si hay un después,
ni si nos volveremos a cruzar
cuando ya nadie espere nada.
Pero si pasa —si pasa—
no preguntes nada.
Sonríeme como lo hacías,
y quédate.
Así,
como siempre,
como nunca,
como si no hubieras dejado de estar.
Por Raquel Fraga
jueves, 10 de abril de 2025
En la penumbra de los días idos
Hay lámparas que se encienden solas
cuando tu nombre se tropieza con el mío
en algún pasillo sin paredes del barandal del sueño.
Fuimos un zumbido latente en el oído del tiempo,
una partitura escrita con dos notas
y besada por la espalda de la lluvia.
La vida —esa culebra con zapatos—
nos escupió a hemisferios distintos,
como si el amor fuera un error de cálculo
en la ecuación de un dios distraído.
Pero aún guardo un abrigo con tu voz
en el forro más profundo de mi sombra.
No quiero negociar con relojes ni con trenes,
ni abrir portales con llaves que no sé si tuve.
Solo deseo este hilo:
tenso, secreto, inofensivo,
como el silencio de las piedras cuando nadie las pisa.
Si el azar, ese equilibrista ebrio,
nos deja caer en la misma playa sin nombre,
quizás podamos edificar
con la pasión del ayer
una casa con ventanas abiertas,
y vistas a lo que fuimos.
Mientras tanto, habito el hueco que dejaste
como quien aprende a respirar bajo el agua,
y a veces, sin querer,
toco tu nombre en la oscuridad
como se roza una cicatriz sin miedo.
por Raquel Fraga
jueves, 3 de abril de 2025
LA MARCHA
Hay sombras
que aún deambulan
por las calles.
La multitud,
exhausta,
intenta saltar sobre cifras
que suben escaleras abajo
hacia el sótano de lo imposible.
El arrastre de
los pasos
ya no es solo eco:
es resto,
es cicatriz,
es la herida repetida
en cada baldosa.
Se derrumban
en silencio,
por dentro,
como muros
que han olvidado
cómo caerse.
El látigo no
se ve,
pero sacude los cimientos
de algo
que alguna vez
se llamó dignidad.
Y aun así,
marchan.
No por fe.
Ni por costumbre.
Por una forma de muerte
disfrazada de rutina.
Una rendición
pulcra,
adornada con el afán
de encajar,
de obedecer,
de no romper nada.
Y entonces,
golpea la memoria —
como si olvidar
fuera más digno
que recordar el precio.
La marcha
sigue.
Mecánica.
Vestida de horarios.
Con la cabeza apenas alzada:
para no ver,
para no decir,
para no arder,
como si arder
fuera delito.
Y entre tanta
sombra,
algunas voces
intentan alzarse:
haces de luz.
sábado, 29 de marzo de 2025
Kit de Supervivencia para el Absurdo
Me vendieron un kit para sobrevivir el absurdo, venía con un silbato que solo funciona bajo el agua y un mapa donde el norte cambia según el humor del portador.
Incluía un
espejo que miente con ternura,
y una brújula que apunta siempre al corazón del enemigo.
La caja decía:
“Contiene un martes de repuesto y dos palabras sin dueño.”
Había
instrucciones en un idioma que inventé al leerlas,
y un par de calcetines que citaban a Pessoa en voz baja.
Me dijeron:
—No lo uses todo de golpe,
el absurdo necesita digestión lenta
como el amor,
como los trenes que nunca salen del andén.
Y yo,
obediente,
me guardé la llave que no abre nada
y el cuchillo sin filo para cortar el miedo.
El kit traía
también una tarjeta de afiliación
a la Sociedad de Ciudadanos Invisibles,
un folleto con consejos para parecer normal
y una pastilla para olvidar que todo esto es una pastilla.
Traía, por
supuesto,
una gorra con el logotipo de una mentira popular
y un cargador universal para opiniones prefabricadas.
Ahora camino
por las calles con mi kit absurdo,
soñando que estoy despierto,
preguntando la hora a los semáforos,
poniéndome la mascarilla para no pensar.
Las pantallas
me aplauden,
los algoritmos me dan los buenos días
y la idiotez colectiva me abraza como si fuera familia.
Sobrevivo, sí,
pero con estilo.
Aunque sospecho que el estilo
también venía envasado
con fecha de caducidad.
viernes, 21 de marzo de 2025
El rumor de lo intacto
He sido la que
esperó
con la piel abierta,
con la cama tendida
y el corazón
como un perro fiel
que no aprende.
He sido la que
vio regresar
lo que ya sí podría haber sido.
Los labios que un día
me hicieron arder
y hoy son beso de amigo.
Cumplir años
es esto:
mirarse en el espejo
y ver en los ojos
todas las veces
que fui
y todas las que lloré por no haber sido.
Raquel Fraga
Derechos reservados
viernes, 14 de marzo de 2025
LA PALABRA
Es un espejismo del pensamiento,
Una argucia sintáctica,
Un mecanismo semántico
Que engaña incluso a quien la pronuncia.
La palabra es un artificio,
Un cúmulo de signos
Que el hombre ha domesticado
Para creer que la realidad
Se reduce a su lenguaje
Pero la palabra no existe
Existen los sonidos
Las estructuras,
Los códigos
La gramática que impone sus leyes
Como una dictadura invisible.
La palabra es trampa
La coartada del ignorante
La moneda del sofista
La máscara del poeta
Y, sin embargo
La necesitamos
Como el condenado necesita su verdugo
miércoles, 12 de marzo de 2025
Las horas torcidas
Nos dijimos todo en las horas torcidas,
cuando la ciudad se encogía y solo quedaban los pasos.
En la piel, la urgencia.
En la boca, la prisa de quien sabe que el tiempo muerde.
Éramos lo que nunca pensamos,
la risa que no se explica,
el latido presuroso,
y el goce de sentir
Hoy nos encontramos en mesas llenas,
en vidas ordenadas
como ropa recién doblada.
Nos sabemos de memoria
pero el roce es imaginario.
A veces, en la pausa de una conversación,
en el destiempo de un semáforo,
me pregunto si recuerdas…
Porque aun al verte,
me tiemblan los labios.
jueves, 6 de marzo de 2025
El voluntariado transforma tanto a quienes ayudan como a quienes son ayudados
Con motivo de esta celebración, queremos rendir un homenaje especial a todos los voluntarios/as de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) por la labor que vienen realizando durante todo el año en nuestra entidad. En esta ocasión, hemos entrevistado a una voluntaria del Área de Atención a la Dependencia, Infancia y Adolescencia. Se trata de Raquel Fraga, graduada en Lengua y Literatura Española, voluntaria en el Centro Integral de Mayores (CIM) de Altea, en Alicante, gestionado y dirigido por la Fundación Salud y Comunidad (FSC) y el Grupo Lagunduz, cuya titularidad depende del Ayuntamiento de Altea. Raquel nos cuenta, a través de esta entrevista, su experiencia como voluntaria.
—Estamos a unos días de la celebración del Día Internacional del Voluntariado, el próximo 5 de diciembre. ¿Qué significado tiene este día para ti?
Para mí, es una oportunidad para visibilizar el impacto que tiene el trabajo desinteresado de tantas personas en nuestra sociedad. Es un recordatorio de que el voluntariado, no solo transforma a quienes reciben la ayuda, sino también a quienes la ofrecen. Es un día para valorar el esfuerzo colectivo, compartir experiencias y agradecer la solidaridad que nos une.
— ¿Por qué decidiste hacer voluntariado en el CIM de Altea?
Fue un poco por la necesidad y el deseo de compartir mi pasión por la poesía con personas que pudieran disfrutar y enriquecerse con ella. Siempre quise formar un grupo, en el que todas las personas pudiéramos aportar algo, y este servicio me pareció el lugar ideal para llevar a cabo este proyecto. La calidez del centro y el interés de sus usuarios/as hicieron que la decisión fuera aún más acertada.
— ¿Habías hecho con anterioridad alguna otra actividad de voluntariado?
Si, suelo hacer voluntariado durante mis vacaciones en Asturias y Galicia, si bien de forma esporádica
— ¿En qué consiste, a grandes rasgos, tu labor como voluntaria en FSC?
Mi tarea como voluntaria consiste en enseñar a mis alumnos/as a escribir, leer e intentar interpretar un poema. Intento que descubran las emociones y los matices que hay detrás de las palabras, fomentando tanto la expresión personal como la capacidad de apreciar el trabajo de otras personas. También, promovemos un espacio donde compartir y debatir, siempre desde el respeto y la creatividad.
— ¿Desde cuándo vienes realizando esta tarea como voluntaria y con qué periodicidad acudes al centro?
Comencé en el año 2018 y, desde entonces, he mantenido una periodicidad de una vez por semana durante el curso lectivo. Cada clase es un momento especial, lleno de disfrute y risas, en el que no solo enseño, sino que también aprendo de mis alumnos/as.
— ¿Qué te aporta, en especial, este voluntariado?
Me aporta una inmensa satisfacción personal. Ver cómo las personas descubren su voz poética, se abren a nuevas experiencias y comparten sus emociones, es muy gratificante para mí. También, me ha permitido crecer como persona, aprender de mis alumnos/as y reafirmar mi amor por la poesía y la enseñanza.
— ¿Cómo consideras que beneficia tu actividad a las personas usuarias del servicio?
La poesía es una forma de expresión muy poderosa, y creo que mi actividad les ofrece un espacio para reflexionar, conectar con sus emociones y compartirlas. Además, fomenta la creatividad, la autoestima y el trabajo en grupo. Muchos de ellos/as han descubierto talentos que no sabían que tenían, y esto les da mucha alegría y motivación.
— ¿Qué vivencias recuerdas con más cariño de tu actividad como voluntaria?
He tenido muchos momentos, y muy bonitos, pero, por ejemplo, uno de los mejores momentos es cuando se organizan eventos en el centro y hacemos recitales. Ver a mis alumnos/as declamar sus creaciones frente a los demás, emocionados y orgullosos, es algo inolvidable. Un instante que resume todo el esfuerzo, la creatividad y el compañerismo que hemos construido juntos.
— Hay personas que valoran hacer un voluntariado, pero no se acaban de decidir. ¿Qué les dirías a estas personas más indecisas?
En ese sentido, quisiera animar a otras personas a hacer voluntariado en el CIM de Altea o en cualquier otra entidad. Como he comentado anteriormente, es una experiencia que transforma tanto a quienes la reciben como a quienes la ofrecen. No importa cuál sea tu habilidad o pasión; siempre hay una forma de compartirla y hacer una diferencia en la vida de otras personas. Además, el CIM de Altea es un lugar maravilloso donde reina la acogida y el entusiasmo.
jueves, 27 de febrero de 2025
Marea interior
Aquí hay una silla,
una mesa,
un reloj que insiste en seguir funcionando
aunque el tiempo hace rato que se fue.
Allá afuera, en cambio,
el mar,
esa cosa inmensa que nunca aprende a estarse quieta.
Un horizonte que tiembla en la distancia,
como si dudara de su propia forma.
Fijo mis ojos,
como si mirar bastara para detener algo,
pero todo sigue en fuga, incluso yo.
Entonces, pienso en saltar.
No en caer, ni en hundirme,
solo en ese instante exacto
en que mis pies abandonen la certeza del suelo,
y todo sea aire,
y todo sea vértigo,
y todo, por un segundo, sea posible.
Pero no salto.
Nunca salto.
Me quedo aquí, mirando
cómo el agua insiste en su vaivén cansado.
Y no hay nada más.
Raquel Fraga
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