-head-content'/> La palabra más mía : agosto 2025

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domingo, 24 de agosto de 2025

Alas clandestinas

 

 

No sé dónde quedó tu primavera,
si en mis bolsillos llenos de pájaros,
en los pliegues oxidados del calendario,
o en la esquina de un sueño
donde las estatuas bostezan.

Yo escucho tu voz
y me llega como un río cansado
que arrastra relojes y paraguas rotos,
como una lámpara que aún arde
en el sótano de la luna.
Aunque el viento derribe ventanas,
tus llamas siguen escondidas
en la despensa de mi memoria.

No me debes nada:
el amor nunca se mide en cuentas,
es una moneda de humo
que se entrega, se pierde, se inventa,
y aun así permanece,
hilo secreto que no se corta
aunque la tijera esté afilada.

Si hablas con tu soledad,
sabrás que la mía te acompaña:
es un perro sin nombre,
es una sombra que fuma a escondidas,
es un latido que aún escribe
tu nombre en los espejos empañados.

Y aunque las estaciones cambien
y el jardín se disfrace de cementerio,
hay semillas secretas
esperando otra lluvia,
otro sol cansado,
otro temblor de alas clandestinas.

Quizás la primavera que buscas
no se ha ido:
quizás duerme en un vagón vacío,
esperando que un gesto,
una nota,
un regreso de fuego,
la despierte de nuevo
con zapatos de mariposa.


Derechos reservados

Raquel Fraga




 

viernes, 22 de agosto de 2025

Respirarte

 

Ya no sé cuál es el mensaje,

ni quién me dijo que tendría

que beber muy de cuando en cuando
a pequeños sorbos de esta copa,
siendo imposible llegar a embriagarme.

Desconozco cuál es el precio de un trago
más largo, o mejor aún, el de la botella.

Poco a poco fui entendiendo…
Llegué en el instante justo
para desde lejos poder respirarte.

En los momentos en que me acerco,
la sed aún conserva el néctar
de un regusto a juventud;
Allí donde tanto tiempo el fulgor
del otro fuimos.

Ven aquí. Abrázame.
No permitas que me rinda.

vino, abrazo, juventud



martes, 12 de agosto de 2025

Tenernos así



No estás.
No estoy.
Y, sin embargo,
nos tenemos.

No en la cama,
ni en la casa,
ni en los días compartidos.
Nos tenemos
en esa grieta sagrada
donde nadie más entra.

Tú allá,
yo aquí,
pero en el centro exacto
de algún silencio,
nos rozamos.

A veces
dueles.
Otras,
salvas.
Y hay días —lo confieso—
en que tu nombre
es mi única verdad.

No pido nada.
No espero nada.
Pero hay algo tuyo
que sigue en mí
 una luz escondida
debajo del pecho.

Y si esto es todo,
si esto es lo único…
también está bien.

Raquel Fraga

distancia