Buscar este blog

lunes, 21 de abril de 2025

Como si no hubieras dejado de estar

 

A veces me pasa…
que te pienso sin querer.
Como cuando uno busca las llaves
y encuentra una carta vieja,
doblada en cuatro,
con el corazón aún tibio.

No te llamo.
No haría falta.
Porque hay días en los que te sientas conmigo,
en silencio,
como si nunca nos hubiéramos separado,
y los años no fueran más
que un truco del reloj.

Recuerdo tus ojos,
no por cómo miraban,
si no por cómo me hacían sentir mirada.
Y eso,
eso no se olvida.

No es nostalgia,
es otra cosa.
Es esa certeza suave
de que el amor, cuando fue verdad,
se queda.
Como el olor del mar
en la ropa después de volver a casa.

Yo no sé si hay un después,
ni si nos volveremos a cruzar
cuando ya nadie espere nada.
Pero si pasa —si pasa—
no preguntes nada.
Sonríeme como lo hacías,
y quédate.
Así,
como siempre,
como nunca,
como si no hubieras dejado de estar.

Por Raquel Fraga

amantes amor pasion locura




jueves, 10 de abril de 2025

En la penumbra de los días idos

 

Hay lámparas que se encienden solas
cuando tu nombre se tropieza con el mío
en algún pasillo sin paredes del barandal del sueño.

Fuimos un zumbido latente en el oído del tiempo,
una partitura escrita con dos notas
y besada por la espalda de la lluvia.

La vida —esa culebra con zapatos—
nos escupió a hemisferios distintos,
como si el amor fuera un error de cálculo
en la ecuación de un dios distraído.

Pero aún guardo un abrigo con tu voz
en el forro más profundo de mi sombra.

No quiero negociar con relojes ni con trenes,
ni abrir portales con llaves que no sé si tuve.
Solo deseo este hilo:
tenso, secreto, inofensivo,
como el silencio de las piedras cuando nadie las pisa.

Si el azar, ese equilibrista ebrio,
nos deja caer en la misma playa sin nombre,
quizás podamos edificar
con la pasión del ayer
una casa con ventanas abiertas,
y vistas a lo que fuimos.

Mientras tanto, habito el hueco que dejaste
como quien aprende a respirar bajo el agua,
y a veces, sin querer,
toco tu nombre en la oscuridad
como se roza una cicatriz sin miedo.

por Raquel Fraga

penumbra amor prohibido clandestino


jueves, 3 de abril de 2025

LA MARCHA

 


Hay sombras
que aún deambulan
por las calles.

La multitud, exhausta,
intenta saltar sobre cifras
que suben escaleras abajo
hacia el sótano de lo imposible.

El arrastre de los pasos
ya no es solo eco:
es resto,
es cicatriz,
es la herida repetida
en cada baldosa.

Se derrumban en silencio,
por dentro,
como muros
que han olvidado
cómo caerse.

El látigo no se ve,
pero sacude los cimientos
de algo
que alguna vez
se llamó dignidad.

Y aun así,
marchan.

No por fe.
Ni por costumbre.
Por una forma de muerte
disfrazada de rutina.

Una rendición pulcra,
adornada con el afán
de encajar,
de obedecer,
de no romper nada.

Y entonces,
golpea la memoria —
como si olvidar
fuera más digno
que recordar el precio.

La marcha sigue.
Mecánica.
Vestida de horarios.
Con la cabeza apenas alzada:

para no ver,
para no decir,
para no arder,
como si arder
fuera delito.

Y entre tanta sombra,
algunas voces
intentan alzarse:

haces de luz.

 

 

miseria, pobreza, zombis, obedecer