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viernes, 10 de abril de 2020

Y UN DÍA DESPUÉS


Desde que empezó la pandemia se había hablado mucho de la utilidad de llevar mascarilla o no. Decían que las caseras no servían porque normalmente estaban elaboradas con tela de algodón. El caso es que entre tanto y tanto, hasta se pusieron de moda; la gente las llevaba vaqueras, con encajes, de flores, etc.
Aunque la mortalidad estaba descendiendo considerablemente, el gobierno obligó a adquirir la mascarilla reglada. Obviamente todos los ciudadanos pensaron que esta era una forma más de lucrarse las altas esferas. Pero no. Sorprendentemente, se iban a ir repartiendo por cada casa de forma gratuita.

En algún lugar del mundo… una fabrica montada en apenas dos días no daba abasto en la confección y montaje de las mascarillas anti covid 19.

¡Venga, daros más prisa! Lleváis toda la mañana preparando los pedidos. Ya sé que estamos todos agotados, pero hay que terminar con esto.
¿Estas para dónde van, jefe?
Déjame ver el listado. Tenemos un pedido de dos millones para…, bueno, poco importa ya el país, al final quedaran todas las ciudades cubiertas sin problema. Además, tenemos orden de que a día de hoy salga todo el material y se cierre la fábrica.
¿Pero…, y sí se necesitan más, patrón?
La pregunta del empleado quedó en el aire como tantas otras que se hacía Juan, el jefe, sobre todo lo que estaba pasando.
Entretanto, centenares de camiones estaban siendo cargados e iban saliendo hacia el aeropuerto.

Un día después, el ejército se desplegó por todas las ciudades para cubrir a la población yendo casa por casa y que nadie quedará sin su mascarilla.
Y un día después, mientras el silencio con olor a muerte había barrido todas las ciudades. Juan dormía agotado en su cama. En la mesilla de noche un vaso de agua y una mascarilla debidamente precintada.


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