Así me muestro, de repente:
mi fuerza cae
del centro mismo de su amplitud.
El fulgor de la sonrisa que arrastro
aterriza en bocas abiertas
que jamás vuelven a cerrarse.
Sentada frente a quien soy,
he aprendido
a mirarme con tibieza,
a ser la palabra que anida bosquejos
de cada porción secreta de mi ser.
Soy juego infinito,
pegada a los residuos de un pasado,
en infinitas huellas de amor,
denso aluvión de memorias.
Soy esa niña de ayer
que precede a la mujer de hoy,
sumergida
en el insondable futuro.
Algún día
resolveré el enigma:
¿qué será
ser yo?

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