Ya no miro hacia atrás,
donde quedó la embestida de mi nombre.
Mientras doy un paso al frente,
mi memoria dolida se desboca.
Los trigales se aferran, contundentes,
sobre la piel que desnuda me habita.
Sin importar nada, sigo caminando.
El pretérito se emborrona en mi boca
y no miento si digo que no recuerdo:
nada sobre nada es lo que pienso.
Necesito nuevas palabras, nuevos gestos,
y un recodo solitario del camino
para abandonar los despojos de una historia,
la mía,
esa que no recuerdo,
esa que ya no tiene memoria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario