-head-content'/> La palabra más mía : noviembre 2025

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viernes, 28 de noviembre de 2025

La forma exacta del vacío

 

Rooms by the Sea (Habitaciones junto al mar) –Edward Hopper (1951). En esta pintura realista del siglo XX se ve una habitación vacía con la puerta abierta hacia el mar. La fuerte geometría de las paredes y el piso en sombra contrastan con la luz brillante que entra por la puerta, pero no aparece ningún personaje. Hopper transmite así una quietud meditativa: “la ausencia de presencia humana, un tema recurrente en su obra, intensifica la sensación de aislamiento” Visualmente la habitación está deshabitada y el mar en el fondo queda sin barcos ni figuras, lo que simboliza la soledad y la contemplación interior. Rooms by the Sea está en la Yale University Art Gallery (EE. UU.) donde puede verse (con detalle) la composición completa.

La forma exacta del vacío

La forma exacta del vacío

La luz entra sin pedir permiso
y deja claro que esta habitación
no tiene nada que esconder.

El silencio pesa.
No es bonito ni poético:
es un hueco exacto,
un hueco que duele.

Aquí falta algo.
No un objeto,
no una palabra suelta en el aire:
falta la vida entera.
El gesto mínimo
que mantiene las cosas en su sitio.
Falta el latido que justificaba la casa.
Faltas tú,
y con tu ausencia
se vació hasta el mar.

La puerta abierta es un borde afilado.
El azul no consuela.
Solo recuerda lo que ya no vuelve.

La casa insiste en seguir en pie,
como uno insiste en respirar
después del golpe.
Pero todo está torcido:
las líneas,
la luz,
las ganas.

A veces miro la puerta                                     
y pienso que el mar podría entrar                      
y borrar de una vez este vacío.
Pero ni eso ocurre.

Ni siquiera el agua se atreve

a ocupar tu hueco.


jueves, 6 de noviembre de 2025

El temblor sentado entre nosotros

silencio, futuro, temblor

¿Qué hacemos con este amor

que no cabe en las calles
ni en las camas
ni en la vida reglamentaria
que nos vigila desde las ventanas?

Tú no vienes.
Yo no voy.
Y aun así algo nuestro
sigue respirando en la esquina,
fumándose el silencio
como un cigarro torcido
que no se apaga.

Hay noches en que tu nombre
me pasa rozando
como un tren que no para,
dejando en el aire
el ruido exacto de lo imposible.


Me pregunto qué hacer
con este animal que late en secreto,
que no pide futuro
pero muerde.
Que no exige nada
pero arde en el bolsillo
como una moneda prohibida.

Tal vez lo único
sea dejarlo sentado entre nosotros,
que mire el mundo romperse
sin intentar salvarlo,
que aprenda a existir
sin tocar nada,
sin pedir nada,
sin desaparecer.

¿Qué hacemos con este amor?
No lo sé.
A lo mejor solo dejarlo vivo,
pero quieto,
como una bala sin disparar
que nos recuerda
que algo sigue latiendo.